Exfoliantes
Exfoliación facial: un ritual simple pero transformador
La exfoliación facial es uno de esos gestos sencillos que pueden cambiar por completo el aspecto de la piel. Si ya limpias e hidratas cada día pero notas que tu rostro ha perdido luminosidad o suavidad, es probable que te falte este paso esencial: el exfoliante facial natural. Al eliminar las células muertas acumuladas en la superficie, no solo devuelves la frescura y la uniformidad, sino que también estimulas la renovación celular y preparas la piel para aprovechar mejor los tratamientos que aplicas después.
Beneficios de la exfoliación facial natural
Exfoliar de forma regular ayuda a limpiar en profundidad, retirar impurezas y prevenir la aparición de puntos negros. La piel se vuelve más uniforme, suave y luminosa, y recupera su capacidad de regenerarse con eficacia. Además, los productos que utilices después —desde un sérum hasta tu crema hidratante— penetran mejor y actúan con mayor intensidad.
Exfoliación física y exfoliación química: en qué se diferencian
La exfoliación física utiliza pequeñas partículas de origen natural que, mediante un suave masaje, desprenden las células muertas de la superficie y dejan la piel lisa al instante.
La exfoliación química, en cambio, actúa disolviendo esas células muertas gracias a ácidos o enzimas. Los AHA, como el ácido glicólico o láctico, trabajan en la capa más superficial y son ideales para pieles sensibles. Los BHA, como el ácido salicílico, penetran en el poro, ayudan a desobstruirlo y resultan muy eficaces en pieles grasas o con tendencia a imperfecciones.
El cepillado facial en seco: el mejor exfoliante diario
Más allá de la exfoliación física y química, el cepillado facial en seco es un ritual ayurvédico que puedes incorporar cada día. Oxigena la piel, estimula la circulación sanguínea y el drenaje linfático, favorece la renovación celular y aporta un efecto detox inmediato. El resultado es una piel más firme, fresca y con un tono saludable desde la primera aplicación.